

Tras el asesinato de Cristian Velázquez, un kiosquero que fue víctima de un intento de robo, la cúpula de la Policía Bonaerense en Mar del Plata fue removida. Según fuentes policiales, la decisión fue tomada por el titular de la Policía Bonaerense, comisario general Javier Villar, quien dispuso el desplazamiento del comisario mayor Luis Senra, quien encabezaba la Jefatura Departamental, junto con toda la estructura de "seguridad" de la ciudad.
Senra fue reemplazado por el comisario mayor Edgardo Vulcano, quien hasta ese momento se desempeñaba como jefe del Departamento Asuntos Extranjeros, Migraciones y Culto. Vulcano tiene experiencia previa en Mar del Plata, habiendo trabajado en la Comisaría 1ª, lo que le da un conocimiento de la ciudad, especialmente en su sector más concurrido.
A este cambio se le sumó la remoción del segundo jefe, Julián Bonoldi, quien será reemplazado por el comisario Germán Gauna, mientras que el Comando de Patrullas pasará a estar a cargo de Adrián Arizala, en reemplazo de Miguel Leguizamón. No obstante, el comisario mayor Juan Lucero continuará como titular de la DDI.
El crimen de Velázquez ocurrió durante un intento de robo en su comercio, ubicado en el barrio Peralta Ramos Oeste. El kiosquero, quien ya había sido víctima de robos en otras ocasiones, intentó defenderse utilizando gas pimienta, pero fue abatido de un disparo en la cabeza. Los delincuentes, dos hombres que se trasladaban en una motocicleta de baja cilindrada, huyeron sin lograr robar nada. La fuga fue captada por cámaras de seguridad, pero poco después se perdió el rastro de los criminales.
Por el caso, un hombre apodado "Nacho" fue arrestado frente a su domicilio en la calle Cuba del barrio Pueyrredón, mientras que otro sospechoso, conocido como "El Guachín", se encuentra prófugo y con pedido de captura.
Velázquez había relatado en una ocasión previa que, durante un asalto, sintió que podía ser asesinado, destacando que "los paquetes de chicles" lo salvaron de ser alcanzado por un disparo. El kiosquero también había comentado que los vecinos se habían acostumbrado a los frecuentes robos, y señaló que la sensación de inseguridad era generalizada: "No hay seguridad".